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Lo que los niños y niñas aprendan durante los primeros siete años de vida son determinantes para su futuro y desarrollo neuro-psico-social. Aprenden básicamente experimentando y creando, utilizando los sentidos, a través del movimiento libre, por medio del uso de material concreto más que con símbolos abstractos.
Las metodologías que utilizamos facilitan el aprendizaje libre desde la experiencia y conectándonos con los sentimientos.
«Para que una niña o un niño pueda moverse en libertad necesita un adulto que se lo permita, que esté presente con una mirada respetuosa, que no se anticipe a sus movimientos, que no compare y juzgue, que espere».
En La Caracola los adultos fomentamos la autonomía con respeto, amor y mucha paciencia. Dejamos actuar y moverse al niño y niña con libertad, facilitándoles los recursos y espacios necesarios para que adquiera confianza y seguridad emocional y psicomotriz.
El arte dirige nuestras actividades, las aulas se convierten en instalaciones que exhiben los materiales pedagógicos realizados con niños y niñas acompañados por una artista, las profesoras tienen el papel de preparar ambientes que invitan al niño y la niña a explorar y ser actor de su aprendizaje, pues las profesoras son acompañantes observadoras que registran dicho proceso de aprendizaje.
Montessori enfatiza la necesidad de favorecer el desarrollo natural de las aptitudes de niñas y niños a través de la autodirección, la exploración, el descubrimiento, la práctica, la colaboración, el juego, la concentración profunda, la imaginación y la comunicación.
Se fundamenta en la espontaneidad, el respeto y la promoción de la independencia. Los ambientes preparados y los materiales adecuados para cada etapa, son clave para el desarrollo integral y para que niñas y niños logren independencia, seguridad y autonomía.
Cada niño y niña es considerado y reconocido individualmente como un ser libre y auténtico, capaz de diseñar su propio proyecto de vida. Se fomenta el desarrollo del ser humano de manera integral, valorando y respetando la mente, el cuerpo y el espíritu.
Los adultos acompañamos a descubrir el mundo que les rodea, propiciando el movimiento libre para que adquieran serenidad, seguridad y voluntad propia, que le serán indispensables para vencer los obstáculos del mundo real.
El conocimiento se adquiere cuando se trastocan los sentimientos y se respeta el ritmo y tiempo de cada niño y niña.